Escribiste una novela, tus amigos te dijeron que estaba
bien, tú también lo creías y la colocaste en Amazon. Entonces los
lectores empezaron a hacerte críticas que te molestaban, pero que en
muchos casos llevaban razón. ¿Cómo evitar esta situación? Una vez
terminada la escritura, pon la obra
en manos de un profesional que la evalúe y le dé los toques finales necesarios antes de enfrentarla con el público
Con la gran ventaja que tienen los autores autopublicados o "indies" de poder colocar sus obras al alcance de los lectores al margen de las editoriales (y de sus controvertidos criterios de selección) surgen también algunas debilidades. La primera ya es conocida: no cuentan con una amplia plataforma publicitaria que las ubique, ya de entrada, en el punto de mira de gran parte del público. Esa desventaja la han ido paliando por sí mismos, a través de la autopublicidad en las redes sociales, con técnicas de promoción cruzada y otras vías, cada una más creativa que la otra.
Es un trabajo arduo y poco a poco se va logrando llegar a los lectores. Y es aquí cuando entra en juego otra debilidad, que puede hacer que todo ese esfuerzo se vaya por la borda. Al no haber pasado por el proceso de valoración y corrección exhaustiva a que serían sometidos si fueran publicados a través de una editorial, una buena parte de los libros autopublicados tienen, en mayor o menor grado, problemas de calidad, tanto formal como literaria.
Entre los libros autopublicados abundan los problemas de corrección, tanto ortográfica como gramatical: son comunes los errores de concordancia tanto de número, como verbal; el uso incorrecto de la coma, y la inadecuada puntuación de los diálogos, entre otros. A esto se le suman algunos vicios estilísticos bastante comunes, como las temidas repeticiones y el uso excesivo de adjetivos o adverbios. Todo ello aun tratándose de buenas historias, algunas incluso narradas de forma magistral. En otros casos, la novela en cuestión puede estar bien corregida, pero salta a la vista que, de haber sido evaluada con anteroridad, se le hubieran hecho algunas recomendaciones para mejorar la estructura, trabajar más un personaje, ajustar el manejo del tiempo, eliminar irregularidades con el narrador, pulir los diálogos, u otros aspectos por el estilo. Para usar una expresión muy venezolana, muchos de estos libros están un poco "crudos".
Someter una obra literaria a la consideración de amigos y parientes puede dar la falsa sensación de que todo está bien. Ellos, por ser allegados, nunca nos dirán nada que pueda hacernos sentir mal, sin contar con que en su mayoría no tienen los conocimientos necesarios, y si la historia les parece interesante o entretenida, solo le dedicarán halagos, y eso no es lo que necesitamos en ese momento tan delicado donde debemos decidir si la obra es publicable o no. También la corrección propia tiene limitaciones, pues por estar tan compenetrados con el texto, muchos errores nos pueden pasar desapercibidos.
Todo esto ya es preocupante cuando los libros son colocados a la venta en
formato digital, pero a ese nivel todavía hay solución. Se convierte en
un problema más grave cuando estas obras son impresas en papel. Entonces ya no hay remedio, y esas páginas pasarán de mano en mano, como eternos testigos de la dejadez de sus autores.
Por todo lo anterior, creo que lo más recomendable para un autor que
finaliza la escritura de una novela, u otra obra literaria, es ponerla en
manos de un profesional que la valore y le dé los toques finales de modo que esté
perfectamente apta para enfrentarse con el público. Creo que si quieren presentarles una verdadera batalla a las editoriales los indies tienen que estar a la altura de este desafío.