El exceso de adjetivación es un error muy común. Aprende cómo evitarlo y conoce algunos tips que te ayudarán a hacer un uso más mesurado y preciso de los adjetivos en tus textos
En gramática, el
adjetivo tiene una función específica: complementar al sustantivo. En
literatura, su función va un poco más allá y nos permite embellecer el discurso y facilitar las
descripciones. Pero precisamente por eso su empleo debe ser muy mesurado. En
ningún caso el uso excesivo de adjetivos debe ser un sustituto de una pobreza
de vocabulario.
Usar adjetivos en un texto
literario es un arte muy sutil, pues nos van a permitir intensificar y matizar
una expresión que ya debería tener un significado a priori. Pretender aportarle
significado al discurso literario a base de adjetivos es un error bastante
común; el texto resultará a un tiempo recargado y vacío.
Bien lo dijo Horacio Quiroga, de
manera tajante, por cierto, en su Decálogo del perfecto cuentista: “No
adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuántas colas de color adhieras a un
sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color
incomparable. Pero hay que hallarlo”. Esta postura parece sumamente radical,
pero él nos da siempre la vía de escape: no debemos usar los adjetivos “sin necesidad”.
Aqui la pregunta entonces sería: “¿Cómo saberlo?
¿Cómo encontrar la medida justa?”.

“Insisto: no
se trata de dejar de utilizar adjetivos, pues sin ellos el texto estaría vacío, y los sustantivos, huérfanos de
matices. Hay que dosificar su uso,
valerse de aquellos que resulten más concretos, directos y apegados a la
característica con la que pretendemos describir al sustantivo. Preguntémonos si
el adjetivo en cuestión aporta algo al texto, si otorga al sustantivo un rasgo que el lector precisa para formar
correctamente una imagen o emoción. Una buena manera de saberlo es
quitarlo de la oración y volver a analizar la frase. ¿Sigue transmitiendo lo
mismo? ¿Se nota la ausencia del adjetivo? Si la respuesta es afirmativa en el
primer caso, y negativa en el segundo, tendremos la respuesta: ese adjetivo no era necesario”. (Puede encontrar el artículo completo aquí)
Veamos algunos
tips de cómo evitar el abuso en la adjetivación:
1-En
principio, una regla de oro: si tienes
bastante con un adjetivo para expresar lo que pretendes, no utilices dos.
¿Qué criterio usar? Los siguientes tips nos ayudarán en eso.
2-Evita el
uso de epítetos (aquellos adjetivos que más que matizar al sustantivo, lo
caracterizan, pues son cualidades ya inherentes a él) como “aliento tibio”,
“maraña espesa”, “lengua húmeda”, “agosto caluroso”, “fiero
león”, “oveja mansa”… que tendemos a utilizar casi automáticamente y que
la mayoría de las veces no aportan absolutamente nada a la descripción, porque
son redundantes. El adjetivo debe dar un matiz diferente, o aportarle alguna
peculiaridad única al sustantivo. Algo muy distinto sería: un “aliento frío”,
una “lengua reseca”, o una “oveja rebelde”.
3-Prescinde siempre
que puedas de esos adjetivos que suelen emplearse con el único objetivo de enaltecer el lenguaje, como “hermoso”, “sublime”, “esplendoroso”, “maravilloso”,
“resplandeciente”, “irresistible”, “luminoso”... Podrían estar diciendo muchas
cosas, pero no dicen ninguna en concreto, hacen el lenguaje rimbombante y generalmente aportan muy poco
acerca del sustantivo en cuestión.
4-Aquel principio de que en literatura siempre
es preferible “mostrar antes que decir”, es también aplicable a los adjetivos. Si
puedes transmitir el mismo efecto a través de la narración, y excluir los
adjetivos, hazlo.
A continuación, con
un ejemplo bien ilustrativo, podremos englobar todo lo anterior. Trabajaré con un fragmento tomado de una escena
de Cincuenta sombras de Grey, una obra en la que el abuso de la
adjetivación es una constante a través de todas sus páginas. Debo acotar aquí
que cuando se trata de escenas eróticas o sexuales, debemos ser todavía
más cuidadosos, porque en ellas las descripciones son muchas veces inevitables
y existe la tentación a calificarlo todo con adjetivos con el propósito, del
que ya hemos hablado, de hacer el lenguaje más bello y sublime, por temor
a resultar vulgares, obscenos o incluso
pornográficos. Entonces es muy fácil caer en el exceso de adjetivación y de ahí
a la cursilería va un corto trecho.
Veamos el
ejemplo:
Me
besa… un beso largo, vehemente y apasionado, invadiéndome
la boca con su lengua.
En primer
lugar, no hay dos, sino
tres adjetivos modificando al sustantivo “beso”. Es obvio que algo está
sobrando ahí, pero ¿qué? Si nos atenemos al segundo tip, yo sacaría
“apasionado”, pues podría inscribirse entre esos adjetivos poco concretos que
allí mencionamos. ¿Cómo es un beso apasionado? Probablemente sea vehemente y también
largo, pero si ya eso lo tenemos, ¿para qué agregarlo? Entonces podemos dejarlo
así:
Me
besa… un beso largo y vehemente, invadiéndome la boca con su
lengua.
Está
un poco mejor, ¿verdad? Aprovecho para hacerles notar que la cuestión numérica
no es siempre el primer criterio a considerar, antes debemos tener en cuenta la
pertinencia. Si hubiéramos quitado los otros dos adjetivos y dejado apasionado,
habría menos adjetivos, pero ¿qué estaríamos diciendo? A ver:
Me
besa… un beso apasionado, invadiéndome la boca con su lengua.
Sin
comentarios. Sin embargo, todavía
podemos mejorar esa frase, si le aplicamos el cuarto tip. A ver qué les parece
esto:
Su
lengua invade mi boca sin darme tregua, hasta casi agotar mi aliento.
Se
da idea de la vehemencia, del tiempo, e incluso la pasión queda sobreentendida.
Tenemos un lenguaje más rico y lleno de sentido, y lo más importante: ¡no usamos ni un solo
adjetivo! Como ven, estos simples tips se convierten en una herramienta eficaz que nos permite ir
decantando el texto de adjetivos innecesarios, dejando solo aquellos que son
realmente pertinentes.
Si te ha gustado el artículo, te invito a expresarlo en un comentario. También puedes preguntar por esta vía cualquier duda sobre este tema u otro.
Puedes leer otro artículo de este blog aquí
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Vivían, como siempre concisa, ilustrativa y... No me atrevo a calificar mas.
ResponderEliminarUn saludo y muchas gracias por tus aportaciones.
Gracias a ti, Guillermo por leer y comentar.
EliminarSaludos!
Me ha encantado esta entrada, la compartiré en Facebook.
ResponderEliminarGracias, Blanca!
EliminarAjá!!! Ya entendí lo que siempre me pareció muy pesado el estilo de las 50 sombras. Gracias Vivian, muy educativo tu artículo.
ResponderEliminarBueno, es una de las razones, jajajaa
EliminarSaludos y gracias por comentar...
Hola, Vivian. Un excelente artículo, como siempre. Tomemos nota todos.
ResponderEliminarGracias, Ramón, tú siempre tan amable...
ResponderEliminarSaludos
Excelente el articulo, muy buenos los tips los que deciden arriesgarse en el concurso espero que lo tomen en cuenta
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